Todo
hombre posee una conciencia moral y tiene sentimientos de
responsabilidad y de culpa. La supervisión de personal en una empresa se
realiza mejor cuando se apela a la conciencia moral de cada trabajador,
ya que tanto esta como el sentimiento de responsabilidad son los
poderosos medios de autocontrol de a conducta individual.
La
técnica de conducir al hombre exige poseer un fino sentido de la
psicología individual. Es necesario conocer las reacciones y exigencias
de los diferentes caracteres y temperamentos. En el campo laboral existe
una regla básica sobre el elogio y la amonestación: se lastima el
orgullo individual cuando se amonesta en público.
El
orgullo es el sentimiento de estimación propia de una persona. Cuando
se elogia en público a un trabajador por el merito alcanzado no solo se
incentiva su autoestima, sino que también se estimula que los demás
imiten el buen ejemplo; asimismo se satisface el legitimo amor propio de
cada quien, al reconocer sus esfuerzos y los éxitos resultantes.
Nada
es más bochornoso que ser amonestado en público. La reacción será
siempre negativa. En vez de reconocer las fallas cometidas, lo más
probable es que el culpable tienda una cortina de humo sobre ellas con
la excusa de la vejación de que ha sido objeto. En cambio en privado se
hace más fácil la comunicación entre las personas, especialmente al
tratar temas delicados que hieren susceptibilidades.
Es
indispensable otorgar la máxima importancia al elogio y la apreciación
de merito individual. La conducta humana responde con más eficacia a
motivaciones de carácter positivo que a las de carácter negativo.
Allí
donde los niveles de eficiencia individual y colectiva son más bajos se
debe motivar positivamente y estimular el sentido de responsabilidad,
hasta alcanzar altos índices de eficiencia.La foto via Stock.xchng